El juego de los gatos que no quieren dormir

El vacío huye, escapa, el alma sonríe, tu… yo… y el juego de los gatos que no quieren dormir. Imagina cuantas personas habrán imaginado un juego parecido, ese en el que nos sentamos en la acera, miramos hacia arriba, a las estrellas, te cojo por la cintura para que no te escapes y te canto al oído las veces que te haría el amor. Te canto que lo haría millones de veces, no, espera, miles de millones, no, un momento… Entonces me doy cuenta que lo haría tantas veces como estrellas hay en el cielo y nos ponemos a contar, a contar… cada una de ellas es un beso, pequeños bocados que le ofrecen a la vida todo su sabor. Te doy un mordisco y te ries… me encanta tu risa, me enamoro cada vez que la escucho y si cierro los ojos puedo escucharte reír, no importa que estés a mi lado o al otro lado del mundo, te escucho y sonrio yo también.

Seguimos jugando y es entonces cuando le pido a mi nube favorita que nos de un paseo por el cielo. Baja rápidamente, esponjosa, nos ofrece una sonrisa y nos invita a subir porque dice que tiene que mostrarnos noseque cosa que ha visto en uno de sus paseos nocturnos. Se eleva lentamente y nos lleva al mar. Es la primera vez que voy contigo, y el sonido de las olas acompañando tu respiración me saca una sonrisa risueña, te acaricio el pelo y te digo te quiero, lo cual no es fácil, pues un te quiero solo sale si uno lo siente de verdad, solo sale si al mirar a la otra persona a los ojos sientes que podrías estar toda la vida así, en silencio. La nube nos señala un delfín, esta llorando, y nos cuenta que un delfín solo llora cuando le rompen el corazón, y es que el corazón es el único de enternecer hasta el alma mas dura y oscura que pueda existir. Le pido a la nube que nos lleve de vuelta, es duro ver esa imagen, tanto que me miras con tristeza, como si pensaras que algún día podrías ser tu el delfín. Quizá no quieres darte cuenta que tus lágrimas son las mías y que es imposible que caigan.

Mientras volvemos, seguimos contando estrellas, llevamos 164983, o sea, 164983 besos, cada uno distinto, cada uno único. La nube aterriza, bajamos y desaparece al instante, según me ha contado alguna vez, no le gusta ver despedidas. Y es que la nube sabe que esta noche aquí solo se quedara uno, yo. Te miro y me quedo a milímetros de ti, sin besarte, quiero sentir tus suspiros por ultima vez, luego un beso bañado en lágrimas, ya sabes, si lloras tu, lloro yo. Nos miramos y sin decir nada prometemos volver algún día a contar estrellas, ellas lo saben y se van a descansar. Volverán todas cuando nosotros volvamos porque saben que cada una es un beso y les encanta vernos besarnos.

Me duermo sin querer y dejo de imaginar, dejo de jugar al juego de los gatos que no quieren dormir, ese en el que tu y yo somos uno, en el que nos besamos, en el que nos queremos. Llegara el día en el que construyan nubes y podamos subir para dar un paseo, mientras, contemos estrellas y demonos un beso con cada una de ellas, porque eso tu… yo… podemos hacerlo sin dudar.

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