Muchas veces aún, en la soledad de la noche, recuerdo su imagen y no puedo evitar decir… buf…
Aunque… ojala pudiera decir que recuerdo vivamente su imagen, que recuerdo lo simpática y cariñosa que era conmigo, que mi vida sería maravillosa si estuviera a mi lado. Ojala…
Es curioso pero yo no puedo, hace dos años que nos conocimos, vivimos dos semanas muy intensas, quizá las más intensas que yo había vivido nunca con una mujer. Sonrisas, caricias, besos, miradas que nos unían como dos lazos irrompibles.
Lo más lamentable de todo es que recuerdo una imagen, pero no su imagen, una sonrisa, pero no su sonrisa… buf… Eso es lo que hace el tiempo, la dichosa mente, lo que sea, dos semanas de recuerdos son muy fáciles de olvidar, aunque sean recuerdos inolvidables.
Quizá por eso ahora la quiero más que nunca. Quizá porque es tanta la necesidad de recordarla que al final lo he hecho, pero a mi manera. La he idealizado hasta los límites, le he puesto un rostro que quizá ni se parezca al suyo, la he hecho tan inteligente que es absurdo pensar que puede ser así, sus ojos en mi mente son tan azules que el océano tendría envidia de ellos. Es tanta la necesidad de recordar los buenos momentos que pasé con ella que quizá he inventado algunos que no pasaron o he mejorado algunos que no vale la pena recordar. Ha cambiado tanto que quizá me llevaría una desilusión si me dieran la oportunidad de pasar dos semanas más con ella. En este momento, quiero a alguien pero ese alguien no existe.
Ojala pudiera verla una vez más, aunque solo sea unos instantes, y grabarla a fuego en mi mente, y no olvidarla nunca más, y no recordar más su imagen idealizada, porque ella se merece que la recuerde a ella, solo a ella.